sábado, 5 de septiembre de 2020

lazo

 

Bonita, imprescindible y Querida Snedy.

Hay ocasiones en las que me pregunto si piensas con impaciencia en un nuevo texto. Estoy en el deber de hacerte saber por este medio de más cosas, de las que en nuestros encuentros o conversaciones no surgen, no porque no se puedan decir, no tengo ningún reparo en decírtelas, a secas, no quiero llegar a incomodarte de alguna manera, así llegue a ser buena. Por ello he pensado en este texto como en el silencio.

Sabes, el silencio es un aliado del sonido, ya lo hemos hablado. Pero el silencio profundo es una intensidad que se mantiene productiva. No me imagino como seria tu silencio si fueras sirena. El canto de las sirenas tiene una referencia. Kafka se preguntó el silencio de ellas. No hay más productividad que mis manos se enfilen por escribir, que me leas en un silencio es un presente de la vida. Pienso así, porque cuando me lees sin que lo sepa o lo sepa, cuando sabemos que hay lectura, algo en mi dice que puedo seguir escribiéndote. Es que, para mí, esto, si tuviese un significado seria confianza y si hubiese algún tipo de configuración se llamaría liberté. Sí, esa libertad fraterna de comprensión y humanidad, esa libertad que se acompaña de paciencia, de aceptación a la mala conexión en ocasiones, a que no nos escuchemos porque se va la señal o porque las ondas no llegan por esos cablecitos de internet.

Estas en todos mis actos desde que te busque. Buscarte ha sido mi mejor hazaña, mi aventura hacia mi forma serena y apacible de ser. También a mi timidez, a mi mantener silencio cuando no sé, a opinar cuando considero que puedo aportar. Quizá mi actuación tiene una distancia, corta o larga, de tu mirada. Esa distancia no es concomitante con que se fatigue mi imaginación para escribir, porque es, hasta, incomprensible que tu mirada se fijara en mí. El mundo no podría pasar desapercibida tu inteligencia y tu imagen.

Quiero creer, que fui más arriesgado de lo que otro humano podría ser, en un sentido que este más allá de la apariencia y el simple rasgo que se encuentra, entre polos opuestos o la química. Puede que no sea una manera cercana, de costumbre, pero, ¿porque hacer lo que los demás?, cuando espero la unicidad, tu unicidad. Yo a ti te doy mi silencio, mi voz en cada texto, porque estas muy presente, sin importar la distancia. Porque me haces ver posibilidades duales, cuando yo veo complicaciones provocadas por mi juicio de lo anti simple, pero pensando en lo sencillo.

El silencio es tiempo. Lo siento porque hay frases, que has escrito que no podría responder, que me hacen preguntarme, el por qué lo dices, pero no por una posición de cuestionar, sino, en la posición de hacerme sentir competente con algo distinto a lo que considero a lo académico. El silencio se ha convertido también en un acto consecuente con los días. En la espera y con un “ojalá podamos vernos pronto”. Todo lo escrito se hace en silencio. Una parte del lenguaje nada impreciso, considero, y lleno de sonido que se amplía en el momento en que considero que el teclado debe dejar de usarse. El sonido de cada tecla, es la sospecha de descartar espacios en blanco de la lectura.  También la escritura a mano, esta presente, su silencio es distinto. Mayoritariamente intenso, como si esperara un susurro en mi oído para que mis manos prosigan.

El silencio revela porque no puede haber silencio. Demasiadas arandelas, ilustraciones, sin arandelas, sencillez, modestia si es el caso. El silencio puede aspirar a no ver significantes, mi silencio no aspira a respuestas no aspira a nada más. Aspira a decirte que me enamoras.  El silencio es la proposición de oírte porque me llamas. Quiero preguntarte algo. ¿Puedo llamarte en cualquier momento?

Con todo mi cariño, Snedy querida,

H[PG]

05 de septiembre de 2020

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